ROMANTICISMO

Caracteres del romanticismo literario:

El romanticismo tradicional y liberal fueron en muchos aspectos antagónicos, pero comparten caracteres comunes:

1.      Subjetivismo:
 En las obras se expresa el alma exaltada del autor, cuyas ansias infinitas chocan con los límites que les impone la realidad. Esos anhelos son de amor, pero también de justicia social, de añoranza del tiempo ido, de deseos de felicidad frustrados, etc…

2.      Fuga del mundo circundante:
El choque entre lo que el romántico desea y lo que el mundo le permite, produce un insufrible desaliento que ,o bien conduce al suicidio ( conforme al modelo de Werther de Goethe que Larra adoptó), o a una evasión de la realidad, mediante el refugio de la imaginación en épocas pretéritas (medieval o renacentista). Los neoclásicos habían preferido, como edad perfecta, la Antigüedad grecorromana.
El evasionismo, fruto de ese malestar con la realidad toma forma de orientalismo(evasión en el espacio)[1] y medievalismo (evasión en el tiempo).
3.      Nacionalismo:
En oposición al  internacionalismo dieciochesco, se exalta ahora lo peculiar de cada país, de cada territorio. Fruto de ello será el costumbrismo y la preferencia por temas legendarios  e históricos de cada país. Además, se desea conferir rango literario a las lenguas vernáculas ( aparición de regionalismos y  nacionalismos).

4.      Incorporación del paisaje:
Se funde con el estado de ánimo del escritor. Frente al desinterés del Neoclasicismo por el paisaje, este es asociado por el autor a sus estados de ánimo. Y según sea éste, la Naturaleza se muestra melancólica, triste, tétrica, turbulenta…

5.      Oposición a toda norma:
En la creación artística. Los neoclásicos además de la regla de las tres unidades en el teatro, observaba otras como estas: los géneros no debían mezclarse; cada uno de ellos tenía sus reglas propias; al escribir, debían mantenerse la moderación y el buen gusto.
Los románticos mezclaron los géneros; combinaron verso y prosa en muchas obras; dentro de los poemas, variaban los metros, y, en novelas y dramas, volvieron a reunir lo cómico y lo dramático, según la antigua práctica de Lope.



[1] Víctor Hugo pone de moda el orientalismo y Walter Scott el medievalismo.

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